El secreto del éxito de Domecq Bodegas radica en combinar la mejor tecnología del sector con el cuidado artesanal de una bodega tradicional, dando lugar a unos vinos de sobresaliente calidad y carácter y con una identidad única, que han situado a la empresa en el primer puesto en cuanto a presencia, vanguardia vitivinícola y producción de vinos en España. La enóloga de la bodega que elabora los Campo Viejo, Elena Adell, subraya la calidad de la tecnología que incorpora el grupo “que nos permite hacer prácticamente cualquier cosa y sacar buen provecho de una cosecha aun cuando ésta no haya sido excelente”. “Antes tardabas mucho, por ejemplo, en recoger la uva. Ahora, con las tecnologías que se incorporan, tú decides el momento perfecto para recogerla y puedes sacar mucho más partido”, reitera Adell.
Una de las máximas del grupo es adaptarse a los gustos de los consumidores y superar sus expectativas, ofreciéndoles una destacada gama de vinos premium que cumplen los máximos estándares de calidad. Para ello, la compañía apuesta continuamente por la I+D+I en tecnología de vanguardia, instalaciones, barricas, viñedos, sistemas de gestión sostenibles y personal humano, lo que le coloca a la cabeza del sector vitivinícola y le convierte en un referente a nivel nacional e internacional. “Uno de los pilares del grupo es la innovación, constantemente estamos investigando y desarrollando nuevos productos”, apunta Adell, que explica que “además de mejorar e innovar en los productos que ya hacemos tratamos de lanzar cada año un vino nuevo al mercado y crear expectativa entre los consumidores para que estén alerta sobre nuestros productos”. El objetivo del grupo, según la enóloga, es que “nuestras marcas y categorías tradicionales cada año gusten un poco más a nuestros propios consumidores y al mismo tiempo que cada año posamos sorprender con algo nuevo” y avanza que “este año, por ejemplo, hemos lanzado el rosado Azpilicueta, que elaboramos con una mezcla de uva blanca y Tempranillo”.
La empresa también trabaja en el fomento de la cultura del vino y con la finalidad de dar a conocer este producto entre consumidores que no están acostumbrados a beber vinos, fundamentalmente un público joven. “El consumo siempre debe hacerse con moderación y responsabilidad”, apunta Adell, que considera que “debemos encontrar un nexo de unión entre las bebidas que gustan a los jóvenes, como las cosas dulces y con gas, y el vino, hacer unos vinos de transición para acercarnos a un público que no tiene cultura de vino”.
Los orígenes de Domecq Bodegas se remontan a hace más de medio siglo, en 1959, cuando se creó la primera sociedad en San Sebastián, centrada en la elaboración de vino de mesa. En 1967 se fundó la Bodega Campo Viejo, pionera en la elaboración de un gran Rioja al alcance de todos los consumidores. “Campo Viejo es una marca muy potente, en el mercado nacional es la típica marca y la que los consumidores más conocen y compran porque saben que seguro que acertarán”, dice Adell, que explica que la empresa ha creado una nueva línea dedicada en exclusiva al sector de la hostelería con la finalidad de facilitar el consumo de este vino también en bares y restaurantes.
Uno de los retos que se ha marcado la compañía a corto plazo es fomentar y dar a conocer las virtudes de los vinos rosados, por lo que acaba de lanzar al mercado el primer rosado de Azpilicueta. “Los rosados son vinos que no tienen tantos seguidores como se merecen. Si lo das a probar en una bodega a los clientes les encanta, seguro que aciertas y resulta placentero, pero cuando el consumidor tiene que elegir un vino en el restaurante o en la tienda se decanta por un tinto”, dice Adell, que lamenta que “vinos rosados maravillosos estén marginados en la mesa” y destaca la apuesta de la empresa por “descubrir a los consumidores las virtudes de estos vinos”.